Queridos followers frikis de mi blog, os advierto que no debéis emocionaros con el título de este post, porque no pienso hablar ni de una nueva entrega de la saga de Star Wars, ni de jedis, ni de jóvenes padawans.

La verdad es que creo que el título me viene que ni pintado para poder intentar explicar mi experiencia personal, sobre como la mayoría de las organizaciones de carácter tradicional, conciben y apoyan la capacitación de sus empleados.

Amenaza fantasma

Al igual que otra serie de debilidades comentadas en posts anteriores, la formación y capacitación de los empleados suele ser otra muy común en la empresa tradicional. Y es que, es curioso observar como se repite el mismo patrón de comportamiento en este tipo de compañías, respecto a lo que a inversión en formación se refiere.

A lo largo de los últimos años, he tenido la necesidad de proponer algún que otro plan de formación para mis equipos, y ha sido habitual encontrarme con responsables que siempre me han hecho la misma afirmación: «Si damos esta formación y luego se van, se habrán aprovechado de nosotros». Y no deja de sorprenderme, que en vez de ver la capacitación como una especialización y mejora en el desempeño de tareas, que indudablemente conllevan un aumento de la competitividad global de la compañía, se ve como que el empleado realmente lo que quiere es formarse para irse.

Esta desconfianza en el empleado, tristemente suele ser muy habitual y no por ello menos perjudicial; y en mi opinión, no deja de llevarnos inevitablemente a una creciente mediocridad de nuestras plantillas, en tanto en cuanto la persona con ganas de aprender suele acabar huyendo (y con ella su talento), dejando espacio a todos aquellos que profesionalmente no tienen muchas más aspiraciones que la de conformarse con ir todos los días a una oficina.

Es por todo esto, por lo que estoy absolutamente convencido del valor y beneficios que nos reporta la inversión en formación. Bien alineada a una correcta estrategia y a la implementación de actuaciones paralelas, nos permitirá alcanzar mayores niveles de competitividad, especialización, calidad.. y por supuesto, la motivación de nuestros equipos.

Ahora bien, de nada servirán los esfuerzos en este sentido si en la cultura organizacional está instaurada a conciencia, la falsa creencia en que la formación no es necesaria, la gente se va a ir tras capacitarse, es un «gasto» innecesario, no hay un retorno de valor monetario claro… en cuyo caso, deberíamos realizar tareas previas mucho más complicadas, que seguro ahondaré más adelante en alguno de mis posts.

Pese a todo, y contando que se cumplan unas condiciones óptimas que permitan apoyar planes completos de capacitación, a modo de «receta» me gustaría dejaros los siguientes puntos clave:

  • Dar formación a los miembros de nuestros equipos, es una grandísima oportunidad para demostrar que contamos con ellos y valoramos su trabajo.
  • Crear climas de confianza mutua entre empresa y empleado, en los que ambos saben que están juntos por un mismo bien común, es una garantía para la retención de talento.
  • Evitar pensar en posibles amenazas de la puesta en marcha de completos planes de formación, nos llevará a comprobar de forma satisfactoria el retorno (no siempre monetario) de una gran inversión.
  • Apostar siempre por la excelencia y la mejora continua en lo que hacemos, nos hace alcanzar altos niveles competitividad.
  • Facilitar la capacitación a los miembros de nuestros equipos, es motivarles e implicarles con la compañía, no invitarles a que se vayan.

Y para cerrar, quedaros con esta mágnifica frase de Henry Ford: «Sólo hay algo más caro que formar a las personas y que se marchen: no formarlos y que se queden».

Comentarios (2)

  1. Alex

    Responder

    Muy buena la reflexión, cuantos estaremos en situaciones similares.

    Seria interesante que ampliases la información, indicando de que forma se podría sacar de su inercia y adormilamiento a este tipo de empresas para que vean los valores que aporta la formación a sus empleados.

  2. Responder

    Y añado a tu última frase ésta de Richard Branson “Entrena a la gente lo suficientemente bien como para que se puedan ir, trátalas lo suficientemente bien como para que se quieran quedar.”
    Creo que motivar, valorar y ayudar a crecer al empleado es la mejor forma de fidelizarlo.
    Muy buen artículo, Raúl.

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